Tango surreal en El cielo del Centauro
En dos tandas grabamos la música compuesta y arreglada para El cielo del Centauro, de Hugo Santiago. La película inauguró el BAFICI 2015, y convocó mucha expectativa ya que retomó el imaginario creado a fines de los 60s en la clásica Invasión, del mismo director, con guión de Borges y Bioy Casares. La música volvió a componerla Edgardo Cantón, esta vez en colaboración con su hijo (del mismo nombre).
Edgardo Cantón, desde la música concreta al tango surreal y lúdico
No todos los días se tiene la oportunidad de conocer a alguien que trabajó con Borges (y hasta lo afeitó). Y menos aún, la oportunidad de grabar una banda de sonido con él. Pero ¿quién es él?
Edgardo Cantón (padre) es un compositor argentino, que recorrió los parajes de la música concreta y electroacústica trabajando en el GRM junto a Pierre Schaeffer; colaboró con Miguel Abuelo y también incursionó en el territorio del tango. En su carrera musical, tiene el privilegio de haber trabajado no sólo junto al escritor de El Aleph y Ficciones, sino también junto a otro escritor argentino: Julio Cortázar, con quien los unía una amistad francesa. Cantón compuso la música de seis tangos escritos por el escritor de Rayuela, tangos que quedaron grabados en el disco Trottoirs de Buenos Aires (1980), con la voz de Juan Cedrón. Justamente el nombre del disco también fue el nombre del “café concert parisino” que fundó junto a otros socios y se convirtió en el escenario que logró revalorizar el tango en los oídos europeos. En 1969, compuso la música del largometraje Invasión, y en 2015, más de 40 años después, la vida lo encuentra componiendo, junto a su hijo, la música de El cielo del Centauro, una obra del director Hugo Santiago que transcurre en el mismo universo que Invasión.
Por su parte, Edgardo Cantón hijo, al igual que su padre, es compositor y académico (profesor del Departamento de Música y Sonología de la Universidad de Chile), e integrante de la banda Tierra de Larry.
Grabando una banda de sonido orgánica
Para la banda de sonido de El cielo del Centauro, el director pidió expresamente la inclusión de un bandoneón en el orgánico de los ensambles. Así es que las piezas se estructuran en grupos que giran en torno a este instrumento, por ejemplo cuerdas y bandoneón, o vientos y bandoneón. En estas instrumentaciones, más allá de algún realce puntual, resultó clave para la mezcla la toma de los micrófonos ambientales, donde el balance entre el rol central del bandoneón en el contexto de los distintos grupos instrumentales se capturó con mucha naturalidad.
Una curiosidad al grabar la pieza para piano solo, fue la sorpresa de escuchar de pronto el sonido característico del obturador de una cámara réflex en la sala en plena grabación. Después se nos aclaró que la interrupción no resultaba crítica porque el contexto final de la música en la escena anularía toda sutileza en el sonido: la banda incluiría una serie de explosiones en una secuencia de guerra.
El peso de la visión final del director y la productora La Unión de los Ríos, también se sintió de manera muy nítida en la primera sesión, en este caso para cuarteto (bandoneón, guitarra criolla, contrabajo y vibráfono). En su presencia y siguiendo sus indicaciones, fuimos grabando de a secciones muy breves, a veces sólo dos o tres compases, optando por estilizar los fragmentos con gestos que enfatizaban la irregularidad, quebrando la continuidad melódica y armónica. Nuevamente, fuera de contexto esto parecía muy extraño pero en el montaje completo en la sala de cine resultó central, imprimiéndole un carácter clave, surreal y lúdico a la música, que informa y enriquece las vivencias del Ingeniero, el personaje principal.
Esta sensación extraña que produce la fragmentación musical podría ser de lo mejor que ofrece la película, y se disfruta mucho escucharla en una sala de cine amplia. Según nos contaba Cantón padre, él tenía poca experiencia en tangos cuando surgió el proyecto con Cortázar pero eso tal vez le aportó algo de frescura a sus composiciones–y un dejo de eso recae en esta banda de sonido que retoma algunos de esos motivos, como es el caso de Guante Azul.
Este particular uso de la música en el cine no parece ser tan usual, y cuesta un poco encontrar otros ejemplos que también usen motivos de manera tan estructural a su dinámica narrativa. La música de Ligeti en Ojos bien cerrados podría funcionar de una manera similar. Todo Trainspotting quizás. ¿Todo Lynch? ¿Y algún ejemplo nacional? ¿Algo de la pluma de Schifrin?