Notas al aire de agosto
Compilado mensual de breves notas de interés musical.
En esta edición:
Escarabajos de estudio
La escena en la superficie se presenta bastante simple, Sir Paul conversa con Rick Rubin – uno de los productores musicales más relevantes de la industria discográfica en las últimas décadas – frente a una consola de sonido vintage, envueltos en la oscuridad de un set despojado. En profundidad, se disponen a acometer algo que bien puede concebirse tan intrascendente cómo fascinante a la vez, pero ante todo, sin precedentes. El plan es escuchar los masters abiertos de una serie de temas de los Beatles y McCartney como solista, para luego remezclarlos en vivo, analizar diferentes arreglos, aislar determinados instrumentos y desglosar las capas de algunas de las canciones que cambiaron para siempre la historia universal de la música popular.
Filmados en íntegro blanco y negro (excepto el contraste a todo color de las imágenes de archivo que se intercalan), aún para los que no se consideren fans de los Beatles o los que ignoren por completo los procesos de grabación o producción musical, los seis episodios de media hora que componen la serie McCartney 3,2,1 no tienen casi desperdicio. Ya sea por la memoria minuciosa y el nivel de detalle de las historias de McCartney, quien ocasionalmente se sienta al piano o enfunda una guitarra acústica, o por a las preguntas concisas y enfoques certeros de Rubin siempre al mando de la consola; el combo de ambos logra capturar la esencia de cada tema y sostener la atención para alcanzar un punto de equilibrio destacable.
Cada ejemplo que suena confirma el carácter de búsqueda e innovación que fueron desarrollando progresivamente los Beatles en sus producciones de estudio. Como la vez que incorporaron sintetizadores modulares de un tal Robert Moog que justo estaba realizando unos experimentos en el subsuelo de Abbey Road donde estaban grabando; o cuando empezaron a cortar, pegar y poner en reversa las cintas de sus propias grabaciones, y hasta incorporar instrumentos no convencionales influenciados por John Cage y otros compositores de música avant-garde de la época.
En todo ese proceso la figura del productor musical George Martin aparece claramente como un factor clave, pero a su vez el espíritu curioso del grupo pone de manifiesto que nunca se privaron de experimentar con todo lo que se les cruzara a su paso. En algún punto, la serie corrobora lo escarabajos de estudio que eran y como, totalmente inmersos en el proceso de grabación, además de componer las mejores canciones pop del siglo XX, pusieron a prueba creaciones sonoras cada vez más complejas.
Mirá el trailer de McCartney 3,2,1 acá:
Archivo Armusa presenta Legado Pionero (de Baby Lopez Furst a Catnapp)
Armusa es un archivo y laboratorio audiovisual de músicas experimentales y populares de Latinoamérica, fundado en el Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega en 2016 y sostenido por su fundador Claudio Koremblit de forma independiente a partir de 2017. Koremblit es el gran mentor de esta cruzada archivística en la que ya lleva recolectando material desde hace años, desde las épocas en que supo ser productor musical del histórico programa de TV Badía & Cía. en los años 80 o cuando fue creador del mítico festival Experimenta a finales de los 90.
Este año Armusa presentó Legado Pionero, una serie de entrevistas disponibles en el canal de YouTube del archivo, que en quince capítulos buscan trazar un mapa generacional de los artistas que impulsaron el movimiento del jazz en la Argentina a partir de los años 50. Los reportajes permiten apreciar cómo un pequeño grupo de músicos apasionados por un género foráneo como el jazz, pudo hacerlo propio sin más maestros que los discos, y que logró recrear un estilo que hoy constituye una parte fundamental de la trama musical de la Argentina.
En un tiempo en que no había escuelas de jazz, ni conservatorios con carreras de música popular ni ‘maestros’ que guiaran a los jóvenes por la senda del género, éstos músicos tuvieron que poner la oreja en los parlantes y sacar todo de los discos. (C.K.)
Sin olvidar a precursores del género como Oscar Alemán y Enrique Villegas, ni dejar de lado a referentes reconocidos internacionalmente, como Lalo Schifrin y Leandro “Gato” Barbieri, la serie repasa momentos claves en la vida de artistas como Horacio Larumbe, Roberto “Fats” Fernández, Santiago Giacobbe, Jorge López Ruiz, Jorge “Negro” González, Néstor Astarita, Rodolfo Alchourrón, Alfredo Remus, Gustavo Bergalli, Bernardo Baraj, Américo Bellotto, Jorge Anders, Pocho Lapouble y Gustavo Kerestezachi, entre muchos otros.
Fue una generación de utopistas, autodidactas que abrieron el camino, aprendieron a enseñar, tuvieron la generosidad de compartir sus saberes y desarrollaron estilos originales, que cuando salieron afuera tuvieron óptima recepción del mundo del jazz, aunque eso generalmente les significó ser olvidados en su tierra. (C.K.)
El último capítulo de la serie, dedicado a Ruben ‘Baby’ Lopez Furst, considerado por muchos críticos uno de los mejores, sino el mejor pianista de la historia del jazz argentino, tiene un detalle más que llamativo. En la mitad del episodio, se descubre que Amparo Battaglia, más conocida por su nombre artístico Catnapp (distinguida mc y productora de electrónica argentina que actualmente reside en Berlín) es la mismísima nieta del legendario pianista. Catnapp ofrece una interesante reflexión acerca de ciertas vicisitudes del oficio de los músicos, y detalla cómo su abuelo tuvo que alternar gran parte de su destacable carrera jazzística con constantes trabajos por encargo para publicidad en pos de subsistir económicamente.
Sin memoria no hay historia y siempre será útil y necesario conocer las huellas esenciales de cada género, porque son los verdaderos héroes de la historia, los que tuvieron que hacer todo desde cero. (C.K.)
La serie puede verse en forma gratuita y admite también contribuciones voluntarias para apoyar esta gestión independiente, ya que el proyecto carece al momento de subsidios de instituciones culturales oficiales o privadas.
Mirá el primer episodio de Legado Pionero acá:
No todo es música
Si bien Estudio Libres está acondicionado con un piano Steinway & Sons de cuarto de cola, una sala espaciosa, y equipamiento técnico con la capacidad para recibir y registrar distintos formatos posibles de agrupaciones musicales (como pueden ser un cuarteto de jazz o de rock, un ensamble de música clásica o contemporánea, un conjunto de tango o folclore), no siempre es todo música en el ámbito y el oficio del registro sonoro. También solemos realizar grabaciones de locuciones, voces y overdubbing para diferentes tipos de producciones de radio, teatro, cine y televisión.
Tal es el caso, que hasta circula un mito en el ambiente que asevera que la actriz Anya Taylor-Joy visitó el estudio una calurosa tarde de verano para grabar de urgencia unos overdubs de su voz (suplicando por su vida) para la película Split (2016) de M. Night Shyamalan, pero lamentablemente no contamos con registros visuales que puedan atestiguar su presencia en nuestra sala de grabación.
Como ejemplos concretos, sí podemos mencionar algunas de las locuciones que realizaron el legendario conductor Tom Lupo o el actor Roly Serrano (que ya detallamos en este completo artículo), u otros trabajos publicitarios, educativos y para el mundo gamer también:
El streaming es en calidad MP3 de 128kbit/s
Una de las locuciones más recientes, fue la que realizamos para El Futuro Imposible, el cortometraje animado dirigido por la dupla de realizadores Antonio Balseiro y Martin Haas. La voz en off del mismo estuvo a cargo de la reconocida actriz Verónica Llinás, quien a través de un tono intimista y medido, logró modulaciones sutiles que transitan desde lo alarmante al optimismo. El corto forma parte de un proyecto que reúne a varios animadores y colaboradores con la idea de realizar una serie de videos de corte ambientalista sin fines de lucro. La iniciativa, que cuenta con el apoyo de la productora Abuelita, tiene como objetivo transmitir a un público amplio, conceptos cambiantes y complejos de la actualidad, a través de relatos animados fácilmente comprensibles.
Mirá la propuesta de El Futuro Imposible:
Black MIDI: composiciones para piano con un billón de notas
El Black MIDI es un género de música electrónica experimental que existe exclusivamente en YouTube y emplea archivos MIDI (Musical Instrument Digital Interface) para componer canciones que contienen una gran cantidad de notas, por lo general cientos de miles, millones o incluso billones. Las cuadrículas de la plataforma MIDI se asemejan a una especie de código Morse y digitan a la computadora la duración, el tono y el volumen de cada nota. Los programas que se suelen utilizar para componer Black MIDI son Synthesia, FL Studio, MIDITrail, Ultralight MIDI Player (un programa Java), Zenith y Timidity ++ entre muchos otros. El sonido del Black Midi, que tiene de por sí un tinte claramente irónico con marcadas referencias a otros subgéneros como el chiptune o el glitch, solo se puede describir como lo que sonaría al calentar al máximo una consola Super Nintendo en un microondas para tirarlo después dentro del Gran colisionador de hadrones.
El género recibe el nombre black porque describe literalmente cómo se veía la densidad de notas de este tipo de composiciones en la pantalla del programa, que quedaba completamente negra. A raíz de esto los compositores comenzaron a colorear las notas para poder distinguirlas y el Black MIDI se convirtió en una cascada de colores y patrones combinados. Lo que originalmente comenzó como una especie de experimento musical se volvió además una expresión visual donde el uso de colores es tan metódico como la propia notación musical. Mirar los videos por mucho tiempo puede generar fácilmente un efecto epiléptico.
Aunque no están directamente relacionados, el Black MIDI tiene un antecedente que se remonta a los experimentos para piano de Conlon Nancarrow en los años 40. Frustrado con los músicos incapaces de tocar sus complejas y técnicamente exigentes composiciones, Nancarrow comenzó a utilizar pianos de reproducción automática con carretes de papel que disparaban las notas. Usando una máquina de perforación manual hecha a medida, Nancarrow pudo crear piezas que las manos humanas no podían reproducir, llegando incluso a alterar los pianos con metal y cuero para crear sonidos más percusivos. Black MIDI es considerado el equivalente digital al concepto de piano imposible de Nancarrow, que también implicaba experimentar con composiciones extremadamente intrincadas y de espíritu irreproducible. Otros ejemplos precursores son Circus Galop, una composición para piano escrita por el virtuoso canadiense Marc-Andre Hamelin (con arreglos de hasta 21 notas tocadas simultáneamente) y The Black Page de Frank Zappa.
La primera canción Black MIDI fue publicada en 2009 por el usuario Shirasagi Yukki y a partir de ahí la escena comenzó a extenderse desde una comunidad en profundos foros gamers de internet en Japón hacia China y Corea del Sur en los años siguientes. En 2011 una composición del usuario Kakakakaito1998, hizo que el fenómeno se viralice y explote en Europa y Estados Unidos. Poco después, en todo el mundo, diferentes usuarios y grupos comenzaron a empujar los límites del estilo con el objetivo de hacer composiciones que aumentaran la cantidad de notas a millones, usando una enorme cantidad de colores. Si bien las primeras canciones estaban inspiradas en música de videojuegos japoneses, luego comenzaron a aparecer remixes de canciones populares de todo tipo. La tremenda concentración de notas muchas veces suele afectar los sistemas operativos, que en ocasiones no pueden procesar las secciones más complejas. Actualmente, algunos de los Black MIDI más grandes son Armageddon v3 y Ashes, los cuales contienen el número máximo de notas permitido en el estándar MIDI (aproximadamente 93 billones).
Intentá mirar y escuchar más de una obra de Black MIDI de esta playlist… ¡no recomendado para epilépticos!