Julien Temple: furia e historia en el punk
Una mirada sobre el arte de Julien Temple y sus cruces con la obra de Greil Marcus a partir de la vida e historia de los Sex Pistols.
Parte Ⅰ: El sueño roto del siglo ⅩⅩ
Una definición acertada del punk sería: es una oleada, viene por latigazos. Una pregunta que muchos se hacen es: ¿Puedo ser punk toda la vida?
. Ser punk es un momento de la existencia o un modo de la existencia. Greil Marcus—autor de Rastros de Carmín, quizás el mejor libro del último tramo del siglo ⅩⅩ y del ⅩⅩⅠ—supo arriesgar que el punk es “una experiencia intelectual” y como tal la plasma en su celebrado libro, editado a finales de los ’80s. Marcus logra unir la revuelta del Mayo Francés, con la crisis inglesa de la década del ’70 y las visiones del situacionismo y el dadaísmo, sobre el arte, pero también sobre la producción tanto política, como cultura; en un solo libro. Quizás solo John Savage con su England´s Dreaming puede hacerle frente a semejante obra. En Marcus se cruzan Pynchon y también la predicción de un estilo que cultivará Foster Wallace en La Broma Infinita y podemos arriesgar—porque para eso sirve pensar, para tomar riesgos—que se cruzan Deleuze y Guattari con su Mil Mesetas y también un nombre fundamental: Julien Temple.
The Filth & the Fury es uno de los tantos íconos que dejó Temple (Londres, 1953) a lo largo de toda su carrera cinematográfica. Ídolo absoluto en el territorio punk rock, Temple hace años que rompió la barrera del mero culto y se unió a las grandes ligas. Lo logró con una visión integral de la historia; la historia del mundo, no solo de los límites de la música. Y lo logró también porque entendió que la música es la joya de la corona del arte. La música es lo que da sentido, razón y luminosidad a la vida. Luego, viene todo lo demás. El pulso de Temple para filmar es un compromiso con la relevancia que tiene la música en las vidas cotidianas. Nadie tiene que saber nada para hacer música y menos para escucharla. Temple calibra bien el movimiento del deseo y cómo ese deseo es el que va formando al músico, lo va transformando, lo va sofisticando, lo va engrandeciendo y lo transforma (en muchos casos) en un intelectual.
Los dos mejores documentales que se hicieron sobre los Sex Pistols, los hizo Temple. En The Filth & the Fury la narración se concentra en la vida humana de los Pistols. A lo largo de dos horas podemos entender el nacimiento de un sonido que marcará un quiebre, necesario, en la historia de la música. Inglaterra atravesaba un momento álgido. Racismo, desocupación, política a la deriva, piquetes, represiones, huelgas generales. En ese caldo de cultivo, en el último tramo de la década del ’70, maceran y salen a la luz los Pistols. No sabían tocar, no sabían qué querían decir, menos a quién. Pero una necesidad profundamente vital, impulsada desde una juventud a prueba de balas, logró el fenómeno. Luego vendría todo lo demás (The Clash, principalmente) pero primero fueron los Pistols.
Temple articula en The Filth & the Fury material de archivo sobre la realidad política inglesa, con entrevistas a los integrantes de los Pistols y footage de la banda en vivo. No olvida tampoco incluir material de televisión, una entrevista con Sid Vicious y otra con Nancy Spugen. Temple se apoya en la teoría de Marcus para construir una historia intelectual del punk. Las cosas, los movimientos estéticos, no nacen porque sí. Se cultivan en el caldo de la historia o, para citar a Marcus, en el basurero. Los Pistols toman para sí un hartazgo que configuran como propio. No reflejan lo que le pasa a la gente, reflejan lo que a ellos les pasa. Y la gente compró.
Parte Ⅱ: Todo ocurre en un segundo
Sex Pistols duró 26 meses y de eso nació un solo disco. Fueron dos años vividos como veinte. Concentrados, potenciados y exprimidos, pero con la nafta suficiente como para cambiar el panorama musical del siglo ⅩⅩ y modificarlo sin retorno. Después de eso, cualquier expresión de rebeldía que los precediera, era un chiste. El movimiento de los Pistols cambia el eje de la historia del siglo ⅩⅩ, la música, el arte, la estética y en parte la ética frente a los otros. Es cierto que no fueron los abanderados del DIY, eso decantó más en formaciones como Crass, pero sí fueron los primeros en dejar en claro algo tan trascendente como el rol de la mujer.* Para los Pistols el rol de la mujer era activo, no pasivo. La mujer podría, de hecho debía, hacer. No ser espectadora de los cambios de la historia, mera groupie, histérica fan o devota. De ahí surge la presencia constante de una figura como Siouxsie, que Temple no olvida, también la retrata, le da su espacio y le da espacio a las mujeres en ese contexto. Lo interesante es que Temple no lo hace por demagogia o para quedar bien con el género femenino. Lo hace porque es parte de la historia, es un engranaje más en el relato y es una pieza fundamental de la máquina cultural.
Temple no aparece en sus documentales, no es una presencia más, parece lograr volverse invisible. La sensación frente a su trabajo es la de ser un espectador más de la historia. El pulso narrativo de Temple parece, por momentos, literario. Abre historias dentro de una historia principal, para luego ir cerrando una por una, hasta finalmente unificarlas. Por eso The Filth & the Fury comienza con la caída de las ilusiones de izquierda (dicho en un trazo grueso) que desemboca en ciudadanos gritando contra la izquierda, los liberales, el progresismo y los gobernantes, que me han hecho el racista que soy
. Esa brutalidad que retrata Temple no aparece, ni se percibe, como un ajuste de cuentas con la sociedad. Con el clásico movimiento de espejo en el cual caen muchos artistas: miren, acepten lo que son
. Se ve como una naturaleza que siempre está presente, que finalmente desborda y que trae consecuencias, pero también trae respuestas, reacciones. Una de ellas fue la de los Sex Pistols, que encontraron líneas de fuga, para pensar, dar pistas, concentrar furia contenida en los discos de la historia, rebelarse contra lo que se supone es normal.
Los Pistols le proponían a una juventud rota y desencantada una vida sin futuro. Pero les daban al mismo tiempo un espacio para ser uno mismo. Ser uno mismo no es nada más que asumirse como tal, es buscar la mejor versión que le podemos ofrecer a la vida. Rotten señalaba que el espacio del punk, en su nacimiento, lograba hacer sentir a mucha gente fea, hermosa por primera vez en toda su vida. Ese momento, innegablemente apegado a la ternura, es uno de los puntos más fuertes de la ética que mueve el cine de Temple. Yo hablo por mi diferencia, dijo alguien. Temple filma y persigue las diferencias de los demás. Nunca renunció a eso. Y logra hacer funcionar, al menos por dos horas, mucho mejor el mundo.
The Filth & the Fury fue proyectada en el BAFICI en el marco de Britania Lado B, un ciclo curado por el British Council.