El Tango está en todos lados
Tras el puntapié inicial de Helena, reunimos tres puntos de vista actuales sobre el tango como género musical en evolución: el de ella como oyente, el de uno de nuestros técnicos que trabaja casi a diario en esa trinchera, y el de un músico que recientemente vino a grabar su propio proyecto tanguero.
Helena – la oyente
En mi casa los únicos vinilos existentes eran de tango y alguna que otra colección de jazz y música infantil. Mis padres no escuchaban rock, es más, ni siquiera los escuché mencionar a los Beatles jamás. En mi casa era escuchar tangos, luego en formato cassette, o la radio. No mucho más. Por eso no es que tenga el sonido asimilado, pero tampoco me es del todo ajeno. Mi papá no era melómano pero escuchaba con muchísima atención y en total concentración los tangos que elegía día a día. No tengo memoria de qué le gustaba más o qué le gustaba menos. Pero sí estuve recordando la atención que le dedicaba a la escucha de esos tangos y me pregunto si en algún momento fue admirador de grandes y tradicionales letristas. No tengo manera de saberlo. Pero hice un esfuerzo y fuí buscando en YouTube (¡la madriguera!) muchos y variados tangos hasta dar con los que creo, quiero creer, sonaban en mi casa.
Un recuerdo que recuperé es uno bastante potente. A mi papá no le gustaba mucho Gardel, lo veía como un tipo demasiado romántico. Pero sí le gustaba o encontraba afinidad en voces como las de Julio Sosa. Entiendo que Sosa es “el varón del tango” y la verdad es que eso es innegable. El modelo de varón que desprecia el amor de la mujer, reniega si la mujer es demasiado bacana y se queda tranquilo con la madre. El tango no se reduce a eso, como el rock no se reduce a las drogas, pero que hay demasiada tela para cortar con esa temática, no cabe duda. El registro de Sosa se impregna de un imaginario varonil en el cual la figura materna lo vigila todo desde un lugar omnipresente y es la mujer santificada. Lo canchero, ese tono de estar de vuelta de todo, del amor, de las apuestas, de la vida en general, marca una figura masculina que supo ser clásica y hoy la vemos como algo que quedó muy viejo.
Pero hasta en los lugares más conservadores a veces hay fuga para la resistencia. Buscando encontré una interpretación de Sosa de un tango llamado “Qué me importa tu pasado” que le habla no a una novia, no a una amante, le habla a una amiga que ya fue golpeada, se entiende literalmente, a lo largo de su vida. Sosa llama a quienes la ofenden “cobarde” y asegura que lo que ella hizo o deja de hacer, a él no le importa. Progresivo dentro de una lectura más a todo o nada sobre la mujer, la letra apunta a no juzgar la vida de una mujer si al fin y al cabo los hombres también tienen lo suyo.
Hay una cuestión con el tango, cuestión que asumo como defecto, y es que me suena todo igual. Sin dudas todo todo igual no es ni debe ser, pero cuando nos aproximamos a nuevas maneras de hacer música aparece una resistencia medio extraña, como si mental y sentimentalmente quisiéramos defender lo que nos gusta, ¡el rock!, y no cuestionarlo. Pero… hay cosas que sin duda para otros eran obvias y para mí no tanto. Abrí varias ventanas de chat y fui preguntando… ¿Manal y Billy Bond no le sacan mucho al tango? Y mucha gente me contestó que sí, que en la lírica, pero Sebastián me señaló algo: mi banda favorita de la década de los 00s es muy tanguera. Y esa banda es Reincidentes.
Cabe preguntarme si me gusta el tango o no o si en todo caso me gusta diluido en otros géneros y artistas –seguramente sea esto último. Melingo es otro artista en el cual el tango no me molestó en absoluto. Aunque suene extraño, lo que me gusta de Melingo es que es… Melingo. Viniendo de donde viene y con su pasado parado en la música rock, me resultaba grato escucharlo en otro registro que me era totalmente ajeno. En Melingo le presté especial atención al uso del lunfardo y me iba dando cuenta lo incorporado en lo cotidiano que lo tengo, más bien todos lo tenemos, a tal punto que ni pensamos que es lunfardo. Palabras como chabón la debo tener más que gastada, paria la he usado bastante, berreta, bondi, botón, garrón, macanear, ¡piberío! Al menos en lo que concierne a la herencia de la palabra está más que presente.
Si sigo sumando ejemplos creo que voy a llegar a una conclusión y es que el tango se encuentra en muchos lados y quizás siempre lo percibí y lo tomé, no en su estado más puro, pero sí por la inspiración o rescate de otros artistas. También me detengo a pensar en que ciertas modernidades, así decía mi papá en casa, a mí sí me gustaban y a él no. Una vez me dijo que Piazzolla no era tango, que Piazzolla era Piazzolla. La lógica sería que Piazzolla es un género en si mismo y eso a personas que son muy ortodoxas del tango no les gusta o en todo caso les gusta pero necesitan marcar un límite entre una cosa y la otra. Pero entre mis CDs el único CD de tango que existe es uno de Piazzolla. No es algo que escuche habitualmente pero sí es algo que admiro muchísimo.
Me cuesta escribir de tango, es difícil tomar un género que una no maneja y que ve a la distancia con respeto. Porque también sucede eso, el tango es increíblemente difícil de ejecutar y marca distancia entre el bando de los que, por así decirlo, nos arreglamos musicalmente, junto con los que definitivamente no lo son, y el bando de los que son profesionales absolutos de la música. Esa distancia afloja un poco con bandas como Reincidentes, pero también con ejemplos más actuales como el que descubrí no hace mucho. Hace poco me llegó la invitación a un evento titulado Marx Nace, un evento con conferencias y charlas sobre el legado de Marx a 200 años de su nacimiento. El cierre estaba a cargo de 34 Puñaladas, una agrupación de tango que no conocía y que esa noche cerraba el evento con una serie de tangos llamados tangos proletarios.
Estoy al tanto que hace años que hay un revival entre gente joven de agrupaciones de tango más descontracturadas que hasta provocaron furor (la Fernández Fierro es una) pero para mí de alguna manera sigue siendo todo muy nuevo. Contradictorio hablar de lo nuevo en lo que refiere al tango, pero quizás el tango sobrevive porque siempre una persona inexperta y un poco curiosa lo ve como algo totalmente nuevo, que va reconociendo de a poco y tímidamente.
Gonzalo – el técnico
Tengo una relación profesional con el tango desde hace más de diez años, ya sea grabando u operando sonido en vivo. Esta relación laboral me permitió acercarme más estrechamente con la obra, la historia, la estética y los músicos del género. Desde un enfoque netamente técnico, podría definir al tango como un género musical que combina perfectamente la dinámica de la música clásica con la distorsión del rock, entendiendo por distorsión a la saturación ¿agradable?, resultado de la alinealidad por el uso de compresores, ecualizadores, transferencia de la cinta, etc. Para sorpresa, he notado que realizar una grabación purista de tango, trabajando al audio como si se tratara de música clásica, resulta poco atractiva para los ejecutantes y necesariamente requiere embarrar el programa musical para lograr esa estética sonora que tan acostumbrados nos tiene el género. Si consideramos los orígenes del tango rioplatense como música de origen popular –más luego adoptada, compuesta e interpretada por músicos con formación académica– el hecho de que el sonido requiera por ejemplo cierta distorsión y tiempos de reverberación relativamente largos, no resulta tan descabellado.
Mi primera impresión en los comienzos de este abordaje coincidió con la de Helena: Estos suenan todos iguales (algo que quizás irónicamente nos suceda a muchos de los que venimos de la cuna del rock). Pero al poco tiempo me di cuenta de que estaba equivocado. Astor Piazzolla (que a mi criterio es efectivamente tango y también otras cosas) fue el puente para ingresar en este maravilloso género. Defenestrado por muchos de sus pares, Piazzolla tuvo entre sus defensores de lujo dentro del género al mismísimo Osvaldo Pugliese. Una de las primeras obras que escuché y me sorprendieron fue su versión de Zum. Quizás podría interpretarse como la ofrenda de Pugliese a los detractores de Piazzolla, entregándoles una obra de Astor de una manera que ellos pudieran entenderla.
Cruzando ese puente, lo que se halla del otro lado es la música de origen popular que trajeron los inmigrantes allá por el final del siglo XIX, ejecutada en los arrabales y en los conventillos. Los instrumentos típicos: guitarra, clarinete, violín y arpa (sí, arpa). El bandoneón, estrella del género, llegaría unos 20 años después. Gardel inaugura a principios de los años ’20 lo que se conoce como tango canción. Llegados los años ’30 y con la aceptación de esta música por parte de la aristocracia argentina, es el momento en que aparecen las grandes orquestas para salones de baile; orquestas que estaban integradas y conducidas por músicos con formación académica. Este es el gran quiebre: la música popular interpretada por músicos académicos dio por resultado unas composiciones gloriosas con grandes oberturas y arreglos. Halcón Negro de Francisco Canaro es un gran ejemplo de este quiebre.
Hoy mi concepto del tango es muy dispar con respecto al que tenía hace diez años. Lo disfruto en todos sus aspectos y lo considero un género de composiciones elaboradas, ejecutado por músicos excelentes, que en su esencia continúa fusionándose con otros estilos y transformándose. En su sonido hallo la dinámica de la música clásica y el barro del rock. Poesía para todos los gustos y por sobre todo, una clara expresión de la cultura rioplatense.
Juan Pablo – el músico
El tango hoy explotó en una diversidad de posibilidades. La gigantesca escena del tango actual va desde orquestas que continúan la tradición de los estilos, como la Juan D’Arienzo, hasta orquestas con propuestas nuevas como el famoso tango punk ramonero de la Fernandez Fierro.
En el medio existe un gran abanico de grupos que retoman (algunos más, otros menos) elementos técnicos del tango: como la costumbre de la música escrita, el arreglo, el uso de instrumentos acústicos y los gestos musicales característicos del género. Fuera de eso la forma de construir el discurso musical tanguero es muy heterogénea, con notable influencia de la canción rock: desde la composición al formato instrumental, que en muchos casos incluye batería o guitarra eléctrica (con procesos y recursos del rock) como ocurre con Alto Bondi o Altertango.
Pero hay algo más allá de lo técnico y de la forma de construir el discurso. Y es eso que nos hace oler el tango en Reincidentes, un grupo que es eminentemente rock. Nos llega tango por la forma de cantar (o decir), por el contenido de las letras, por el clima de oscuridad general. Muchos grupos de hoy están formados por músicos que se criaron escuchando o tocando rock por lo que esa interacción entre estilos es muy grande.
El tango hoy es un concepto amplio, con límites difíciles de definir y que no se pueden reducir a un conjunto de elementos técnicos. Hoy el tango es una metáfora (ambigua como toda metáfora) de la complejidad cultural y la historia rioplatense. Es un espacio desde el cual se sigue construyendo identidad contemporánea.